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    miércoles, 28 de octubre de 2009

    Dos de Noviembre

    Son en las vísperas de Noviembre los días en que más extraño a mi país. Los otoños de Montreal, tan llenos de rojos y amarillos no me bastan. Ya son años desde mi último otoño en México. Nunca creí que esas fechas, tan indiferentes, las recordaría posteriormente con gran nostalgia. Y fue en uno de esos días nostálgicos, caminando entre las hojas de color marrón que llevan hacia la universidad, donde empecé a jugar con ésta canción. Había estado experimentando con unos acordes que, para ser honesto, saqué de una canción de los Beatles, y de repente tenía una hermosa melodía vacía en su letra, con excepción de una frase que cantaba “Amaneció con el Sol y su belleza”. ¿Quién cantaba esto? Me preguntaba. De repente me di cuenta que hacía mucho que no escribía un cuento, así que empecé a imaginar una historia. Y en eso me percaté que estaba contando una parte de mi vida. Una anécdota y un dolor que me persiguió durante tiempo

    ¿A dónde te fuiste el día que te moriste? Sé que estuviste conmigo, aunque haya gente que no me crea. Sé que me oíste. También sé que ahora ya no estás, que ya no vuelves ni a tu altar el día de los muertos.

    Descarga el audio
    http://luisfloresmusica.com/media/mp3/dos-de-noviembre.mp3

    Venía manejando
    Una noche oscura
    Sin estrellas.

    Algo me deslumbró
    Y perdí el control
    Y ya no supe más.

    Cuando me desperté
    Sentí clarito
    En mi espalda la tierra.

    Empecé a caminar
    Entre la oscuridad
    Sin avanzar.

    Encontré un cuerpo junto a mí,
    Que iba vestido como yo,
    Que no pude reconocer,,
    Que estaba vivo.
    Le di mi abrigo,
    Lo puse en mis piernas,
    Y empecé a gritar.

    Amaneció con el Sol y su Belleza,
    La promesa,
    De la vida y el calor.

    Yo voltee a ver al cuerpo sobre mis piernas.
    Y me ví,
    La persona, ya sin vida, era yo.

    Alguien dijo mi nombre,
    Yo voltee a mirar hacia mi izquierda.
    Era mi madre,
    Sentada en el suelo,
    Queriendo llorar.

    Quería que no sufriera más,
    Quería que no pensara más en mí.
    Quería encontrar la inmensidad,
    Pero es que, también, no me quería ir.
    Yo tenía que soltar,
    Y no podía.

    ¿Dónde está Dios?
    ¿Dónde están tantas promesas?
    Sólo veía la tristeza
    De la gente que yo quiero.

    Yo, ya sin cuerpo,
    sólo era un pensamiento,
    una duda, como el viento
    que se siente,
    que está muerto.

    Cada dos de Noviembre
    Gusto recibir al sol junto a la mesa
    Donde mamá,
    después de poner mi comida,
    se pone a llorar.

    Pero algo sucedió
    Ésta última ocasión en la mañana.
    Cuando ella regó mis flores amarillas
    Empezó a reír.
    Por eso vine aquí.

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